Son las 6:00 de la mañana y llevo ya tres horas y media sin dormir, en un par de horas empiezo en la oficina. Parece ridículo que no pueda dormir por empezar un nuevo trabajo, de hecho no me siento nervioso. Sin embargo, aquí estoy. He creído mejor aprovechar el tiempo actualizando este blog a estar en la cama dando vueltas.
El miércoles al medio día volé de Santa Cruz de la Palma a Madrid y de ahí a mi destino final: D'dorf. Llegué a las 22:00 (más o menos) y esperé en el mismo aeropuerto a Lorena y Patricia que llegaban también a esas horas. Vi que llegaba el vuelo de Alicante (el de Lorena) y miré para reconocer entre todos aquellos rostros "guiris" alguno que pudiese ser español. No tuve que esperar mucho, ella me reconoció a mí. Se me acercó con una sonrisa y se presentó. Enseguida se fue a buscar su equipaje, como había tanta gente también esperando, ni corta ni perezosa se subió a su carrito y se quedó ahí mirando, como una vigía. Al rato llegó el vuelo de Patricia (desde Barcelona) a ella sí la había visto en una ocasión en Madrid, así que la reconocí. Nos saludamos y esperamos por el equipaje de ambas.
Salimos deprisa del aeropuerto: las dos tenían mono de un pitillo. Nos plantamos en la puerta a hablar mientras ellas se fumaban hasta dos cigarrillos y mientras decidíamos qué taxi coger, necesitábamos uno grande: entre los tres sumábamos unos 120 kilos de equipaje (y eso sin haber pagado un kilo de sobrepeso: trucos que tiene uno). Cogimos un taxi y rumbo al hostal donde nos reuniríamos con nuestros otros tres compañeros. Llegamos al hostal. Patricia le hizo una llamada perdida a Vicky para que bajase a abrirnos. Al rato, apareció Vicky en la puerta. Nos saludamos y nos dió la buena noticia: no hay ascensor. Entonces todo se volvió un poco confuso, aparecieron Yaiza y Raúl, subimos equipaje, volvimos a bajarlo (se entra por la primera planta, pero luego la habitación está abajo) y después de unos minutos de caos y ruido estábamos los seis en la habitación. Hablamos con un poco más de orden. Creo que nos sopesamos los unos a los otros: todos parecen simpáticos. Hablamos de todo un poco: nos quejamos del destino, decidimos cómo presentarnos al día siguiente en la oficina, qué ropa llevaríamos... Nos acostamos y dormimos.
A la mañana siguiente nos levantamos. Todo un poco precario. Varios de nosotros no trajimos toalla (cada kilo cuenta), así que terminamos secándonos con la funda de la almohada. Subimos a desayunar: pan, mermelada, nocilla, café. De ahí rumbo a la oficina (mit dem S-Bahn) a presentarnos. Cogimos al Consejero por casualidad: salía de vacaciones. Nos enseñaron la oficina (los becarios autonómicos: Xuxo, Fernando, Eike y Helena) y después de una hora y media nos fuimos: habíamos quedado con nuestros caseros para recoger las llaves. Lorena y yo vinimos a coger mis llaves (hübsch, hübsch le dijo varias veces la casera a Lorena) y luego las suyas (representante de inmobiliaria muy cercano a una caricatura).
Vuelta al hostal para coger sendos taxis para llevar el equipaje a las respectivas casas. Yaiza, Patricia y Raúl aún no tienen casa, así que Yaiza y Patricia se quedarán con Vicky y Raúl conmigo.
El resto de los días han transcurrido en un desorden divertido. Mi piso se ha convertido en el cibercafé para la búsqueda de piso y en estos días hemos salidos todas las noches terminando en cada una de ellas en algún local por lo menos curioso (casa de época al estilo de palacio vampírico, antro de pachanga y bar mexicano de cócteles). Hemos comido (no en este orden): japonés, turco, pasta, pasta, tarta, helado, sandwich...
Lo dicho, han sido uno días de lo más peculiares y parece que no vaya a cambiar en los próximos días. Sin embargo, no me puedo quejar, porque he tenido mucha suerte con mis compañeros y, dentro de la locura, nos hemos divertido mucho.
En el siguiente capítulo: contrato Dudo...
El miércoles al medio día volé de Santa Cruz de la Palma a Madrid y de ahí a mi destino final: D'dorf. Llegué a las 22:00 (más o menos) y esperé en el mismo aeropuerto a Lorena y Patricia que llegaban también a esas horas. Vi que llegaba el vuelo de Alicante (el de Lorena) y miré para reconocer entre todos aquellos rostros "guiris" alguno que pudiese ser español. No tuve que esperar mucho, ella me reconoció a mí. Se me acercó con una sonrisa y se presentó. Enseguida se fue a buscar su equipaje, como había tanta gente también esperando, ni corta ni perezosa se subió a su carrito y se quedó ahí mirando, como una vigía. Al rato llegó el vuelo de Patricia (desde Barcelona) a ella sí la había visto en una ocasión en Madrid, así que la reconocí. Nos saludamos y esperamos por el equipaje de ambas.
Salimos deprisa del aeropuerto: las dos tenían mono de un pitillo. Nos plantamos en la puerta a hablar mientras ellas se fumaban hasta dos cigarrillos y mientras decidíamos qué taxi coger, necesitábamos uno grande: entre los tres sumábamos unos 120 kilos de equipaje (y eso sin haber pagado un kilo de sobrepeso: trucos que tiene uno). Cogimos un taxi y rumbo al hostal donde nos reuniríamos con nuestros otros tres compañeros. Llegamos al hostal. Patricia le hizo una llamada perdida a Vicky para que bajase a abrirnos. Al rato, apareció Vicky en la puerta. Nos saludamos y nos dió la buena noticia: no hay ascensor. Entonces todo se volvió un poco confuso, aparecieron Yaiza y Raúl, subimos equipaje, volvimos a bajarlo (se entra por la primera planta, pero luego la habitación está abajo) y después de unos minutos de caos y ruido estábamos los seis en la habitación. Hablamos con un poco más de orden. Creo que nos sopesamos los unos a los otros: todos parecen simpáticos. Hablamos de todo un poco: nos quejamos del destino, decidimos cómo presentarnos al día siguiente en la oficina, qué ropa llevaríamos... Nos acostamos y dormimos.
A la mañana siguiente nos levantamos. Todo un poco precario. Varios de nosotros no trajimos toalla (cada kilo cuenta), así que terminamos secándonos con la funda de la almohada. Subimos a desayunar: pan, mermelada, nocilla, café. De ahí rumbo a la oficina (mit dem S-Bahn) a presentarnos. Cogimos al Consejero por casualidad: salía de vacaciones. Nos enseñaron la oficina (los becarios autonómicos: Xuxo, Fernando, Eike y Helena) y después de una hora y media nos fuimos: habíamos quedado con nuestros caseros para recoger las llaves. Lorena y yo vinimos a coger mis llaves (hübsch, hübsch le dijo varias veces la casera a Lorena) y luego las suyas (representante de inmobiliaria muy cercano a una caricatura).
Vuelta al hostal para coger sendos taxis para llevar el equipaje a las respectivas casas. Yaiza, Patricia y Raúl aún no tienen casa, así que Yaiza y Patricia se quedarán con Vicky y Raúl conmigo.
El resto de los días han transcurrido en un desorden divertido. Mi piso se ha convertido en el cibercafé para la búsqueda de piso y en estos días hemos salidos todas las noches terminando en cada una de ellas en algún local por lo menos curioso (casa de época al estilo de palacio vampírico, antro de pachanga y bar mexicano de cócteles). Hemos comido (no en este orden): japonés, turco, pasta, pasta, tarta, helado, sandwich...
Lo dicho, han sido uno días de lo más peculiares y parece que no vaya a cambiar en los próximos días. Sin embargo, no me puedo quejar, porque he tenido mucha suerte con mis compañeros y, dentro de la locura, nos hemos divertido mucho.
En el siguiente capítulo: contrato Dudo...
2 comentarios:
Parece que la aventura por fin ha comenzado. Disfruta mucho de tu estancia en Alemania. Estoy seguro de que será una experiencia inolvidable. Gracias por compartirla con todos nosotros. Un saludo enorme.
pd. está muy chulo en blog.
Hola Jesus!!
Se te echa de menos en las clases de la escuela de idiomas. Mañana jueves le preguntaré a Ute su correo electrónico y te lo diré. Me tienes que contar cuáles son los trucos esos para llevar tantos kilos en el equipaje.
Un beso.
PD: Du muss mehr Deutsch sprechen xD
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