jueves, 29 de enero de 2009

La Florencia del norte

De un día para otro, parte de la clase (del máster) de Patri, Vicky y Yaiza decidieron organizar un viaje a Dresden y Leipzig y tuvieron a bien invitar "al informático" (ese soy yo). Lo tuve que pensar mucho por todo eso de viajar a Alemania del este, ya saben: donde viven los pobres, pero al final me pudo mi lado aventurero y decidí correr el riesgo. Así que alquilamos un coche y allá que nos fuimos: Patri, Vicky, Yaiza, Lorena y "el informático".

El primer punto a comentar sobre el viaje tiene que ver con el coche, en realidad los dos primeros puntos:

1. Alemania del oeste (donde viven los ricos) es maravillosa: tú te alquilas un peugeot y te dan un flamante y estupendísimo mercedez.
2. Afortunadamente, era un mercedez porque tuvimos que pasar 11 horas en él de camino a Dresde. Sí, hubo atasco. El atasco. El padre de todos los atascos. Hubo un accidente a medio camino entre Düsseldorf y Dresde y eso aumentó el viaje en unas 5 horas. Salida de Düsseldorf, 15:15; llegada a Dresde, 02:15.

Llegamos a Dresde y pude conocer a los otros miembros del viaje: Claudia, Maya, Papín y Dani (orden sin ningún criterio fijado). Miento, a Papín ya lo conocía del viaje a Oslo, si hasta le cambié el nombre en un video. Esa misma noche decidimos dar una vuelta. Yo estaba muerto, pero si no puedes con ellos... No contaré lo que pasó esa noche con 9 personas en una habitación, sólo puedo decir que hubo ruidos del tipo shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh


(A mís críticos: ¡¡¡no lean el siguiente párrafo!!!)
La mañana del sábado la empezamos con un brunch, quizás uno de los mejores descubrimientos del viaje, parece que en esa zona (tanto en Dresde como en Leipzig) es muy típico, es eso, o que tenemos un detector de bares que ofrecen brunch. La cuestión es que es genial pagar un precio fijo y ponerte hasta arriba de cosas de desayuno (y otras que no lo son tantos). ¡Qué feliz fui!

(Ya pueden volver a leer)
Ya tocaba conocer la ciudad, así que mi guía de Lonely Plante volvió a hacer su trabajo. Lo primero que hay que contar sobre Dresde es que se divide en la Altstadt (ciudad vieja) y la Neustatd (ciudad nueva). La gracia, como muy bien nos explicó Claudia, es que la Neustadt es en realidad más vieja que la Altstatd, porque esta última fue totalmente reconstruida después de haber quedado arrasada en la 2ª Guerra Mundial. A mí me gustó mucho, sobre todo el "Zwinger" que significa mazmorra, pero que era un palacio donde la nobleza celebraba fiestorros.





La Neustadt no tiene edificios antiguos, pero lo que sí tiene es "rollo". Merece la pena pasear por ella y fijarse en las fachadas, como nos decían en Praga, pero no por la fachada en sí, sino por la ingente cantidad de grafitis que hay.



Leí en la guía que Dresde es considerada la Florencia del norte. No sé si es un poco exagerado, pero sí que es cierto que es una ciudad totalmente recomendable. De hecho, me da lástima no haber podido pasar más tiempo allí.

PD: Sí, falta lo de Leipzig, pero eso para otro post.

lunes, 26 de enero de 2009

Aquisgrán

Este es el nombre que me encontré cuando busqué en mi guía del Lonely Planet sobre Alemania el nombre de Aachen. Y es que Aachen se dice Aquisgrán (no sé porqué me recuerda a chiquitistán) en español. Bueno, esto no es importante, lo realmente importante es que por fin hicimos (Patri, Vicky, Raúl, Cristina-PROEXCA y yo) una excursión dentro de Alemania (Colonia no cuenta que está muy cerca). Llevábamos meses hablando de visitar algún sitio cerca de Düsseldorf y Aachen fue el elegido para ir hace un par de fines de semana.


Cuando íbamos de camino, comencé a leer la historia de la ciudad y me di cuenta de hasta qué punto puedo llegar a ser ignorante. Resulta y sea que Aachen se convirtió en el año 794 en la capital del imperio de Carlomagno, nada más y nada menos. Digo ignorante, porque yo pensé que iríamos a un pueblo "mono" a dar una vueltita y ya, sin tener ni idea de la historia que tenía.




Pues bien, lo primero que visitamos, ¿cómo no? fue la "Dom" o lo que viene a ser la catedral de la ciudad que contiene la capilla original del palacio de Carlomagno. La verdad es que me gustó, a ver, no me flipó, porque al fin y al cabo es una iglesia, pero ésta es una iglesia bonita. De ahí fuimos a la cámara del tesoro de la catedral: un museo, en el que se guarda una colección de joyas y objetos relacionados con Carlomagno. Lo que más me llamó la atención fue un sarcófago de mármol en el que se guardaron los huesos de Carlomagno. Es curioso cuando ves un objeto con tanta historia e intentas imaginar todo lo que ha pasado hasta que estás tú ahí, enfrente viéndolo. Además de joyas y objetos preciosos, la colección contaba con varias reliquias. Entre ellas los huesos de un brazo de Carlomagno y los cinturones de Jesús y María. La verdad es que lo de las reliquias siempre me ha dado repelús. No entiendo cuál es el objetivo de tener los huesos de nadie para que uno vaya a verlos, pero bueno, la cosa es que ahí están.


Después de nuestro intento de culturizarnos nos dedicamos símplemente a pasear la ciudad sin un rumbo fijo. La verdad es que descubrimos rincones muy bonitos y, al menos yo, disfruté del tiempo que pasamos allí.




Vale, acabo de leer el post y parece el más aburrido del mundo, pero ¿qué quieren que haga?: es tarde, tengo sueño y la ciudad tampoco es que fuera Londres.

jueves, 8 de enero de 2009

Estoy hecho un angelito



¿Acaso había duda?, aquí está la prueba: soy un angelito. El martes 6 de enero, día de Reyes para más señas, Lorena, Yaiza, Vicky, Raúl y yo aprovechamos que era día festivo y nos acercamos al Nordpark de Düsseldorf a "retozar" en la nieve y vaya si lo hicimos. Nos revolcamos por el suelo, nos tiramos nieve y la pisoteamos (nunca más sería nieve virgen, habíamos tomado su flor... Lo siento, tenía que decirlo).



Los primeros 15 minutos sólo decía dos frases:

1. ¡Qué bonito es todo! (refiriéndome a que todo estaba blanco, pero blanco limpio de verdad)
2. ¡Esto es mágico! (porque cuando golpeábamos la nieve se deshacía en escarcha que brillaba con la luz del sol)

Como se ve, debido al frío, a la emoción o a lo que sea mi coeficiente intelectual bajó al menos en 50 puntos, pero no me importa, porque: ¡era tan bonito!



Por supuesto, hubo que hacer una pequeña parada técnica en la cafetería del parque cuando ya llevábamos un tiempo ahí, porque llegamos a temer por los dedos de los pies: hubo un momento en el que ya ni los sentíamos. Además aprovechamos para comernos un trozo de "Kuchen" (tarta), yo en concreto me comí un "Apfelstrudel" con helado de vainilla y nata. Sí, ya lo sé: VACA. Pero no, porque no me quiero imaginar la cantidad de calorías que tuvo que consumir mi cuerpo para sobrevivir al frío.


Total que fue una mañana genial. Nunca en mi vida había podido disfrutar de la nieve y como bien dijo Lorena: fue el mejor regalo de Reyes que podía haber recibido.

martes, 6 de enero de 2009

Pastel Checo

La madrugada del día 1 de enero, Año Nuevo, me fui a la cama diciendo: "¡qué viaje más divertido!", sólo había pasado un día, pero esa frase resume la quedada ICEX de este Fin de Año en Praga. En realidad, la receta es muy fácil.

Ingredientes:

- Una ciudad impresionante
- Un organizador de lujo (preferiblemente vasco, rubio y llamado Aitor)
- Un montón de gente de la mejor (aquí la cosa debe ser variadita: en la variedad está el gusto)
- Cerveza y cubatas
- Especias mejicanas
- Fuegos artificiales
- Uvas
- Besos y abrazos
- Ganas de marcha
- Canciones, bailes, sudores, roces, risas, gritos, fracasos, triunfos, malentendidos y escándalos
- Esperas
- Cafés
- Un "free tour"
- Despedidas

Preparación:

Tómese como base la ciudad impresionante a temperatura muy baja que previamente ya contendrá al organizador. Poco a poco se irá añadiendo parte de la gente, se debe ir poniendo lentamente: a cuentagotas. Se irá regando todo con cerveza, en este caso no hay que contenerse: mientras más mejor. Cuando se haya añadido la última persona (típicamente será Pepa), se ponen las especias mejicanas, los fuegos artificiales, las uvas, los besos y abrazos.

Seguidamente se pone la discoteca y se le añaden las ganas de marcha y toda la gente que ya viene cargadita. En ese momento se vierten los cubatas a 3 euros, pero sin dejar de lado la cerveza, que da ese toque de autenticidad. Bátase todo a buen ritmo. Pónganse canciones, bailes, sudores, roces, risas, gritos, fracasos y también algún triunfo. Se conseguirá un toque divertido al plato si se añade malentendidos y alguna persona encerrada y escandalizada. Reposar durante algunas horas.

Continúese la receta con encuentros y desencuentros, esperas en la calle y cafés. Enfríese todo. No es suficiente. Enfríese más. Use nieve si es necesario.

Para continuar añádase el contenido de un "free tour" (marca comercial) lo encontrará en alguna esquina y le costará entre 6 y 10 euros, aunque si es rápido y no tiene vergüenza lo podrá conseguir por 4. Contenido: historia, anécdotas, fachadas, esculturas, más fachadas, iglesias y sinagogas. Sin apenas reposar y sin que se haya calentado el contenido, póngase las escaleras, la colina, el castillo y la catedral.

En este momento notará que la mezcla se reseca. Añádase cantidades ingentes de cerveza y juegos (el pim, el pum) y risas. Muévase la mezcla con música machacona y asegúrese que los elementos indeseados son eliminados del "escenario".

Por último viene la parte más difícil del proceso: añadir las despedidas. Como las cebollas, las despedidas le harán llorar, pero, también como ellas, son un ingrediente indispensable de la mayor parte de las recetas.

Es verdad que al final la receta no parece tan fácil, pero si se siguen estas instrucciones al pie de la letra le aseguro que obtendrá el mejor plato que jamás haya probado.

Aspecto aproximado del resultado: