domingo, 26 de abril de 2009

De concierto y chuletada

Antes de seguir escribiendo sobre mi viaje a Asia, hago un parón para contar un par de cosas que he hecho esta semana por salirse de lo que es mi rutina semana.

El jueves fuimos Lorena, Cristina A. y yo a un concierto en Colonia. El concierto era de "Dota & die Stadtpiraten" o "Kleingeldprinzessin", un grupo berlinés que no sabría definir, así que pongo un enlace :P. La cuestión es que nos fuimos a Colonia al Stadtgarten un restaurante-biergarten-saladeconciertos que fue, como el grupo, un descubrimiento. Fueron unas dos horas y medias muy entrentenidas, a cargo de un grupo que hace buena música. También fue muy divertido ver el comportamiento de los alemanes en un concierto (al menos en ese). Había dos grupos bien diferenciados: 1) los que, fuese cual fues la cación, se movían de forma incontrolada y bailaban y se chocaban como si aquello fuese un cocierto Ska (la mayoría eran "perros flauta"), 2) los que no movían ni un músculo. Ahí, en mitada de esos dos grupos estábamos nosotros, pues bailando al RITMO (eso que los alemanes no tienen) de la música que sonaba en cada situación. La verdad es que estuvo muy bien y siempre se agradece cambiar de aires.



Lo otro especial ha sido que ayer, sábado, hicimos nuestra primera chuletada en Düsseldorf. Sí, increíble: ya hace el suficiente buen tiempo como para pasar todo un día "al fresco". Habíamos quedado a las 12:30 para comprar las cosas y luego ir a la playa (sí, aquí en Ddorf hay playa, vaya, vaya) donde haríamos la chuletada. Sin embargo, debido a ciertos errores en la organización (la gente aparece cuando quiere y nos equivocamos de sitio) terminamos empezando la chuletada a las 15:00. Aún así, fue un tiempo genial. Entre risas, discusiones sobre como hacer el fuego, juegos y charla, pasaron las horas de lo más rápido. Desde luego, algo para repetir. Ayer mismo por la noche también fue bastante especial porque quedé con Andy y Carolina a tomar una cerveza. Andy había sido mi profesor de alemán en Tenerife y yo sabía que vivía aquí en Ddorf, pero nunca tuve como contactarlo... hasta el otro día que me encontré por casualidad a Carlonina en la calle. La verdad es que me hizo mucha ilusión. Fue genial ver a Andy y escuchar su español de Tenerife con acento alemán.

Una buena semana, desde luego.

miércoles, 22 de abril de 2009

Hanoi & Halong

No, no tardamos 4 días en llegar a Hanoi. He dicho muchas veces que en este blog el tiempo y el espacio funcionan diferente :P

Ya se sabe que la vida del becario es durísima. Pobres de nosotros que nos tuvimos que levantar a las 4:00 para coger nuestro vuelo a Hanoi. Así que, ¡todo el mudo arriba! Cogimos un taxi (conducido por Ben, viejo conocido de los becarios) y nos fuimos al aeropuerto. Al aeropuerto de pobres, porque no expliqué en mi entrada anterior que hay uno de ricos y otro de pobre y que eso tuvo que ver mucho en la confusión de la noche anterior (olvidé comentarlo :P y también lo olvidó el torpe de Alfonso al darnos las instrucciones). La cuestión que nos fuimos al aeropuerto, facturamos y cogimos el avión. Este avión fue nuestro primer contacto con los vietnamitas y pensamos que de ser en tierra como eran en el avión, serían gente muy maleducada. Una gran parte del pasaje (en su mayoría hombres) no llegaron a apagar en ningún momento sus móviles y se dedicaban a jugar y a sacarle fotos a las azafatas cuando estas no miraban. Yo estaba que no me lo creía y Yaiza estaba que saltaba (con toda la razón del mundo). Además, parece que les costaba entender que hay que permanecer sentado cuando las luces del cinturón de seguridad están encendidas. Total, que fue un continuo de ruiditos de móvil y de gente paseándose cada vez que le daba la gana. Hubo momentos en que las azafatas de Air Asia ya no podían más, de intentar controlar a esta marabunta y en algún momento pensé que alguna de ellas se sacaría la lentilla y la lanzaría a modo de platillo-corta-yugulares. Terminamos llegando sanos y salvos a Hanoi, sacamos dinero (en total unos seis millones de puturrúes, 1 € = 23.500 puturrúes) y cogimos el minibús (3 dólares cada uno) rumbo al centro de la ciudad. El minibús tenía trampa porque los tíos quedaban en que te llevaban a la puerta del hotel y luego se hacían los remolones e intentaban tirarte en cualquier sitio, pero nosotros nos hicimos: "somos españoles, no entendemos" y nos llevaron bastante cerca de nuestro destino (pero no en el mismo sitio... perracos). LLegada a Hanoi: MI CUARTO SELLO EN EL PASAPORTE.

Nada más bajarnos, la capital de Vietnam nos impresionó: un caos absoluto de motos, gentes en las aceras, cables eléctricos por todos sitios... No sé que esperaba ver en Vietnam, pero lo que vimos era mejor. Lo primero era aprender a cruzar la calle, porque en un principio parecía imposible. ¿La técnica?, muy sencilla: cruzar y ya, eso sí, sin variar la velocidad. Es fudamental que los motoristas puedan calcular tu posición en cada momento y así puedan esquivarte, de eso depende la supervivencia.




El plan inicial era ir directamente a la bahía de Halong y así poder hacer la excursión de dos días. Sin embargo, ya desde el día anterior sabíamos que no iba a poder ser porque todas las excursiones salen muy temprano (a eso de las 8:00) desde Hanoi. Así que decidimos que lo primero era reservar la excursión a Halong para el día siguiente. A Alfonso le habían recomendando la agencia "ODC" en la calle "Luong Ngoc Quyen", pero claro, no contábamos con las calles de Hanoi y con la numeración de las mismas. Así que estuvimos buscando durante unos 45 minutos hasta que por fin pudimos localizar la agencia. Excursión: guagua a Halong, tres horas en barco en Halong, almuerzo a bordo, vuelta desde Halong y guía incluída por 25$ cada uno (da gusto viajar a Asia). Fuimos entonces a resolver el tema del alojamiento. Primero fuimos al hotel de Silvia y Alfonso (Yaiza y yo nos quedábamos en uno para pobres :P), la cuestión es que cuando el hombre nos vio con mochilas y que no nos quedábamos allí nos ofreció hacernos una rebaja y terminamos quedándonos en el hotel por el mismo precio del que teníamos reservado. Moraleja: en Hanoi se regatea hasta el hotel :).

Ya con hotel y excursión nos dedicamos a visitar la ciudad. Almorzamos en un sitio de "Pho" (sopa de carne y tallarines, pronunciado fo, que casualmente es lo que decimos en Canarias cuando algo nos da asco: encajaría perfectamente). Lo mejor de la ciudad es sin duda "el rollo" que tiene. Puede parecer ruidosa y un tanto sucia, pero a mí me encantó. Paseamos un poco la zona centro donde están todos los mochileros y luego fuimos a visitar "El Templo de la Literatura" pasando por el lago Hoan Kiem y siguiendo por una avenida muy transitada y comercial. El templo fue fundado en 1070. Se trataba de un centro de educación superior en el que los estudiantes debían aprobar un examen de mandarín. Si aprobaban su nombre, así como algo de información sobre ellos, se grababa en una estela sobre una tortuga. Esa misma noche fuimos al teatro a ver el espectáculo de marionetas de agua (2€), que, aunque al principio prometía poco, terminó resultando muy divertido.







Un primer día (entero) genial. Lo único malo es que ese mismo día estaba también David (Shanghai) en Hanoi, pero no pudimos verlo. Parece que él y Alfonso no fueron capaces de aclararse: es que los cogen tontos en Asia :P.

La mañana del domingo pasaron a recogernos en una pequeña furgoneta para ir a Halong. El pasaje era de lo más variopinto: holandeses, daneses viajeros, filipinas pijas, alemanes de Singapur y una pareja de vietnamita americano-koreana. Desde el principio pudimos ver que la guía era muy simpática y eso era un punto a favor a la excursión, aunque no es que hiciese falta más puntos a favor. Después de unas 3 horas y media llegamos a la bahía. Antes de llegar ya se iban viendo las formaciones típicas de caliza en forma de pináculo (obviamente esto está copiado de la guía jaja). De verdad que es increíble. Muy, muy bonito. Al llegar, nos subimos al barco que teníamos asignado y allá que nos fuimos a navegar. No sabía donde mirar ni que fotografiar. Paramos primero en un pequeño mercado flotante, si alguien quería más pescado pues lo podía comprar allí y el capitán lo cocinaría. Más tarde paramos en "La Cueva de las Maravillas" e hicimos el recorrido intentanto buscar las formas ocultas de las piedras (al 80% yo no le vi forma ninguna, bueno sí: de piedras). También paramos para hacer kayaking. Alfonso y Yaiza se montaron en uno (ya me advirtió Yaiza que no me montara con ella si no sabía jajaja) y allá que se fueron totalmente sincronizados a una velocidad envidiable, parecían marineros expertos. En el otro nos montamos Silvia y yo... PATÉTICO. Vaya espectáculo más lamentable el que dimos. Entre la desincronización de Silvia y que yo soy un cagado y ya me veía arrollado por cualquier barquito de Halong, pues nos dedicamos a dar unas vueltas y a intentar escapar de la orilla porque cada dos por tres allí que nos íbamos. De todas maneras fue divertido. Después de esto pusimos rumbo a puerto.

Como digo la bahía es impresionante, creo que resulta imprescindible su visita en un viaje a Vietnam. Sin embargo, una de las mejores cosas de la excursión fue las conversaciones que tuvimos con nuestros compañeros de viaje. Los daneses acababan de terminar la carrera. Llevaban un mes viajando por Vietnam y luego se iban un mes a Filipinas (los odié). Comentamos el enfado que tienen los daneses porque se lleven La Sirenita a China. Los alemanes (hasta en Vietnam es útil saber alemán) vivían en Singapur por el trabajo de él (deseé tener su trabajo). Sin embargo, la persona más interesante era el vietnamita-americano. Se notaba que era de estas personas a las que le gusta hablar y conocer gente: fue él el que nos sacó conversación. Le dije que era español de Canarias, preparado ya para explicarle dónde estaban las islas. Cuál sería mi sorpresa cuando me dijo: "...yo he estado en Fuerteventura...". ¿Qué? Pues sí, había estado. Visitó la isla mientras vivía en Italia, porque había vivido en Italia, en Alemania, en EEUU, en Korea... y se estaba pensando pedir traslado a otro sitio para el próximo año. Por supuesto, preguntamos en qué trabajaba. ERA INFORMÁTICO. Administrador de Sistemas en concreto O_O (que el alemán se quede con su mierda de trabajo, yo quiero el del americano jajaja). Pues eso, gente muy interesante.





Finalizada la excursión tocó vuelta a Hanoi: 4 horas de guagua que convencieron a Yaiza a hacer Hochi-Siem Reap en avión jajajaja. Esa noche cenamos en el "King Cafe" (Luong Ngoc Quyen, 44), un sitio muy pequeño que nos recomendaron los daneses en el que, por poco más de 2.5€, se podía comer primer plato, bebida y postre.

Al día siguiente (ya sin Alfonso :'(, que él no se entere) nos levantamos, visitamos el barrio francés, deambulamos por el mercado y ya no hubo tiempo para más. Destino: Ho Chi Mihn City/Saigón (como se prefiera).

PD: Quiero aprovechar para darle saludos a Gisela :P, que parece que me lee :)

sábado, 18 de abril de 2009

Destino: Asia

Recuerdo que mientras estábamos en el curso de informática en Madrid le dije a alguien (no recuerdo a quién) que durante este año, no haría ningún viaje a otro continente: con toda la Europa que hay que ver ¿para qué me voy a ir fuera de ella?, no sería lógico. Jajaja. Al final, Alfonso me enredó y terminé apuntándome al viaje con su hermana Silvia y más tarde con Yaiza. Total, que de una forma u otra terminamos organizando uno de los mejores viajes de mi vida. Durante algún momento deseé nunca haberme apuntado, tan harto estaba de visados, vacunas, seguros... (lógicamente no me iba a ir a la locura, vaya a ser que terminase como el famoso chico de Acapulco y los pobres becarios del próximo año recibiesen un botiquín de primeros auxilios a modo de seguro). Sin embargo, cada pequeño dolor de cabeza antes de ir al viaje en sí mismo, mereció la pena.

El jueves salía nuestro (de Yaiza y mío) avión de Düsseldorf rumbo a Amsterdam donde cogeríamos el avión a Singapur. Me iba al sudeste asiático así que dejé el abrigo en casa y me fui a coger la guagua con unos pantalones de algodón (comprados para los carnavales) y una rebeca. Afortunadamente, ese día no hacía frío en Ddorf y no me morí mientras esperaba la guagua. Al final llegó, la cogí y luego cogimos el avión a Amsterdam y a las 22:00 del jueves el avión a Singapur. En principio Yaiza y yo íbamos a tener que volar separados (jugarretas del check-in online), pero un buen samaritano nos cedió su asiento y al final nos pudimos sentar juntos. Volamos en un avión de KLM, un lujo la verdad. Serían trece horas de vuelo, pero disponíamos de unas 30 películas, juegos, radios... para entrentenernos, así que el vuelo no terminó resultando tan malo. Pude ver, por fin, "Vicky Cristina Barcelona". Nos dieron de comer unas 4 veces y hasta terminamos jugando "en red" Yaiza y yo. Total que las trece horas no fueron tan horribles y terminamos llegando a Singapur el viernes a las 16:00 (hora local). Entrada a Singapur: MI PRIMER SELLO EN EL PASAPORTE.


Nada más llegar al aeropuerto de Singapur ya se ve que hay dinero :P. Instalaciones modernas y ¡ACCESO GRATIS A INTERNET! Momento en el que aprovechamos a conectarnos para avisar de que habíamos llegado bien (MENTIRA, sólo queríamos conectarnos al facebook a cambiar el estado para dar envidia). Un par de fotos en el aeropuerto y vuelta a facturar para nuestro vuelo a Kuala Lumpur. Nuestro primer contacto con la low cost asiática por excelencia: Air Asia, y con sus azafatas. Niñas monísimas con un patrón común: pestañas postizas de unos 48 cm. (exageración) de longitud y lentillas de color azul o verde. Algunas veces hasta daban miedo. Total que terminamos llegando a Kuala. Entrada a Kuala: MI TERCER SELLO EN EL PASAPORTE (la salida de Singapur fue el segundo... gracias Alfonso por avisar :P).

Llegar a casa de Alfonso iba a ser pan comido. Parafraseando a Alfonso: "...tú sales del aeropuerto a la derecha, compras el cupón del taxi, le das la dirección que te di y ya..." ¡JA! y yo tonto que me fíe de semejante elemento. Llegamos al aeropuerto y nos encontramos conque la taquilla de los taxis está antes de salir del aeropuerto y no a la derecha. ¿Cómo compramos el cupón si no hemos visto un cajero ni una casa de cambio? (esto no era cierto, sí que había, pero en la excitación de llegar no lo vimos). Total que terminamos saliendo para buscar un cajero, encontramos uno y sacamos dinero, pero ahora...¿cómo compramos el cupón si la taquilla está dentro y ya hemos salido?... y a todo esto: LOS TAXIS NO ESTÁN AL SALIR A LA DERECHA. Total, que le preguntamos a un guardia de seguridad si podíamos volver a entrar hasta la taquilla de los taxis para poder comprar el cupón. El hombre me pidió el pasaporte y me debió ver cara de blanco bueno, porque me dejó entrar. ¡Uf, qué alivio!, por fin íbamos a comprar el cupón y seguir el viaje. ¡JA! Le di la dirección (tal cual me la dio a mí Alfonso) a la chica de los taxis y ella puso cara de póker. Me preguntó si era un hotel. Le dije que no. Tecleó en su ordenador. Sonrió. No sabía qué dirección era esa. "Dios mío, tengo que llamar a Alfonso". Descubrí que el móvil alemán no me había cogido red, el español lo bloqueé poniendo el pin incorrecto tres veces. Me las terminé arreglando para llamarlo (llamando a un código que me llamaba a mí y a él). Me cogió el teléfono y le expliqué que la chica no conoce la dirección. El tío va y me dice que era imposible. PUES NO LA CONOCE. Entonces Alfonso me dijo que le nombrara otra calle. Yo no entendí nada y le terminé pasando el móvil a la chica. Parece que ellos se entendieron, porque terminamos obteniendo el cupón. Fuimos y cogimos el taxi. El hombre arrancó, pero parece que no se aclaraba porque me pidió más información sobre la dirección. Le motré el papel que tenía. Me pidió que llamase a mi amigo (¡va a ser el torpe este amigo mío!). Llamé a Alfonso, se lo pasé y una vez más parece que se terminaron entendiendo. El taxi siguió su rumbo y siguió, y siguió, y siguió. ¿Pero a cuánto está el aeropuerto de la ciudad? Respuesta: A MUCHO. Después de casi una hora terminamos llegando a la ciudad (vimos las Petronas de reojo). Pasamos por la zona pija y luego a una mucha más cutre (ja, ya sabía yo que este tenía que vivir en una cloaca). Sin embargo, el taxista terminó parando en la puerta de un edificio altísimo que tenía bastante buena pinta. Hablamos con el portero y le dijimos al apartamento que íbamos. Nos dejó entrar y nos acompañó al ascensor. Por fin terminamos llegando a casa de este. Moraleja: NO CONFIAR EN ALFONSO.

Después de dejar los zapatos en la puerta, de los saludos (he de reconocer que me hizo mucha ilusión verlo después de 6 meses, pero que él no se entere), reproches y demás, terminamos saliendo a cenar. Fuimos al puesto callejero (atravesando por un callejón lleno de basura y ratas) de La Lola (famosa ya entre los becarios que han visitado Kuala). Según Alfonso, como no hay forma de describirlo, la única manera de encontrarlo es plantarse en la calle y gritar: "LOLA", que ya ella responderá. Como él ya sabía que puesto era, pues no hizo falta gritar (aunque hubiese sido divertidísimo). Allí estábamos cenando Yaiza, Silvia, Alfonso, Luis (becario de Murcia en Kuala) y yo. Los locales ordenaron y la verdad es que acertaron, sobre todo con la manta raya: estaba buenísima, aunque no sabía para nada a pescado. La cena estuvo genial y la compañía mejor. Sin embargo, no teníamos mucho tiempo porque el sábado a las 4:00 nos teníamos que levantar para coger nuestro vuelo a Hanoi. Volvimos a casa y tuvimos que conformarnos (sobre todo Yaiza) con ver las Petronas desde el balcón de casa de Alfonso.





Hanoi, allá vamos.

jueves, 16 de abril de 2009

Hamburgo y Bremen

Hace ya casi un mes que fui a Hamburgo y Bremen. Se me vino el tiempo encima y no pude escribir la entrada sobre este viaje. Así que lo justo (¿y necesario?) es escribir sobre ello antes de hablar de mi viaje a Asia.

David me comentó que venía para Alemania y yo ni corto ni perezoso me uní a su viaje. Tuvo que ver mucho con que encontré una oferta del "Deutsche Bahn" (la RENFE alemana). Así que sí: las ofertas existen. Había oído hablar mucho de ellas, pero nunca había encontrado una. Sin embargo, cuando ya pensaba que no me apuntaría al viaje, la encontré y allí que me fui.

Si he de ser sincero, no sabía mucho sobre ninguna de las ciudades. Sólo que Hamburgo tenía uno de los puertos más importantes del mundo y que Bremen era famoso por el cuento "Los Músicos de Bremen". Nada más. Sin embargo, ambas ciudades me sorprendieron para bien.

Llegamos el viernes y dejamos nuestras cosas en la habitación del hostal y salimos a cenar y a hacer el primer reconocimiento de la ciudad. Con lo poco que pudimos ver ese día ya supimos que se trataba de una gran ciudad, eso se notaba en el ambiente. El sábado por la mañana hicimos el típico recorrido turístico empezando por el Ayuntamiento. La verdad es que el edificio está muy bien. Luego seguimos caminando pasando por algún canal. Se supone que Hamburgo tiene más canales que Amsterdam y es verdad que los hay, pero no parece que sean tantos (al menos a mí no me lo pareció). Seguimos caminando por la zona comercial hasta que llegamos al lago Alster. Ese día hizo buen tiempo, así que fue una gozada pasear por la orilla del lago. De ahí continuamos a Reeperbahn, la zona "del sexo" repleta de sex-shops y con un prostíbulo que ocupa una manzana entera y a la que sólo hombres mayores de edad (y las trabajadoras, por supuesto) tienen acceso. Recorrimos esa zona hasta llegar al puerto. De verdad que es grande. Donde quiera que se mire, sólo se ve contenedores y más contenedores. No tuvimos tiempo para más y nos dirigimos a Bremen. En general, no se puede decir que Hamburgo tenga algo que llame mucho la atención pero tiene un no sé qué que la hace muy atractiva. Desde luego merece la pena la visita.




Como en otros viajes, en esta pequeña visita de fin de semana, pude visitar dos ciudades muy diferentes. Bremen es la antítesis de Hamburgo: una ciudad pequeña, pero muy peculiar. ¡Vaya que es pequeña! Llegamos por la noche y salimos a cenar y a tener (como el día anterior) una primera impresión de la ciudad. Pues bien, en una hora ya habíamos visto de noche todo lo que, según mi guía, había que ver en Bremen. Al día siguiente, sin embargo, tuvimos oportunidad de ver todo con más calma. Lo primero la plaza del Ayuntamiento que es, nada más y nada menos, patrimonio de la Humanidad junto con la estatua de la libertad que está enfrente de él. En la misma plaza se encuentra la catedral de la ciudad (San Petri) que tiene más de 1200 años de antigüedad. La verdad es que todo el conjunto es muy bonito y los detalles de la catedral son muy buenos. Luego seguimos nuestra visita entrando en Böttcherstrasse, una calle Art Nouveau que se salvó de la locura Nazi casi por casualidad. Sólo por esta calle, Bremen merece una visita. Seguimos andando hasta llegar a al Schnoor que significa "hilo" refiriéndose a lo estrecho de sus calles. Se trata de un pequeño laberinto de calles repletas de tiendas y restaurantes que la verdad, resultan cautivadoras. Por supuesto, no podíamos irnos de Bremen sin dejar de visitar la estatua de los "Músicos de Bremen". La verdad es que no tiene nada de especial, pero es sin lugar a duda el símbolo de la ciudad porque donde quiera que se mire está esa imagen repetida, no sólo en los suvenires, sino en cualquier parte.






Desde luego que ambas ciudades son de recomendada visita. Además como dije, resulta curioso ver el contraste entre ambas. Al estar tan cerca (una hora de tren) es fácil visitarlas en un mismo viaje. Pues eso, para que nadie diga (ni siquiera yo) que Alemania no está bien.