domingo, 24 de mayo de 2009

Siam Reap

No sé si alguien se acuerda (creo que ni yo), pero el hecho es que estuve en Asia y entre varios países, estuvimos en Camboya visitando los templos de Siem Reap. He tardado tanto que hasta al lento de Alfonso le ha dado tiempo de contar su versión de la historia. Todo mentira, ya se sabe, salvo algún trocito en el que habla bien de mí :P. La cuestión es que el viernes nos volvimos a encontrar en Camboya con Alfonso y ganamos compañeros de viaje nuevos: Ana y Dani de Singapur y Maider de El Cairo. Cada quien se fue a su hotel, nosotros al modesto establecimiento que habíamos escogido y Silvia y Alfonso al pretencioso "Resort" en el que se quedarían. Después de un momento de confusión pusimos rumbo a los templos, la idea era ver los más importantes el primer día y los pequeños el segundo. Nada más llegar tuvimos que enfrentarnos a los niños que intentan venderte cualquier cosa y ¡ay de ti! si no compras porque te pueden soltar estupendas borderías en un más que aceptable inglés. Decidimos contratar un guía para el primer día, resultó un hombre muy simpático, aunque también tenía algún problema de respiración y cada vez que respiraba parecía que el pobre se iba a quedar en el sitio. Antes de ir a los realmente grandes pasamos por el templo de los "árboles" (Ta Prohm, lo acabo de mirar en la guía) y la verdad es que es una pasada, de lo mejorcito. De ahí fuimos a Bayon en Angkor Thom (nota de cultura para Alfonso, que la necesita mucho), un templo con 54 torres con 4 caras cada una. A mí, fue el que más me gustó de todos los que vimos y veríamos. Es increíble. Aproveché y me saqué una foto con la única cara que está soriendo, ¿enigmático? a mí me lo parece. De ahí fuimos al archiconocido Angkor Wat, el templo que todos tenemos como auténtica referencia si pensamos en los templos de Siem Reap. También resulta espectacular y el lago que tiene enfrente permiten sacar unas fotos impresionantes. Esa noche: cena y acostarnos temprano para ver el amanecer sobre Angkor Wat al día siguiente.








A las 5:00 de la mañana (pobrecito Jesús) nos tuvimos que levatar para ver el amanecer. Total que no sirvió de mucho porque estuvo nublado y no pudimos verlo en todo su esplendor, aunque yo creo que al final mereció la pena. Ese día lo dedicamos a visitar los templos menores que no son tan llamativos como los grandes, pero que también resultan muy interesante. A mí me gustó sobre todo un templo que constaba únicamente en estanques (Preah Neak Pean, otra vez la guía) y el que estaba más alejado de todos (Prasat To) que no sé porqué, pero daba un poco de miedo :P. Una cosa importante es que no sólo los templos son una pasada, sino que la propia naturaleza alrededor de ellos es impresionante. Esa misma noche fuimos a un mercadillo nocturno y terminamos todos rindiéndonos ante las compras y el regateo.



Al día siguiente nos despedimos de los chicos y Silvia, Alfonso y yo pusimos rumbo a Phnom Penh (bautizado por mi PonPen, ¿a que sí Ana?) en la guagua del infierno. Sobre este tema habló Alfonso muy poco en su relato, quizás sea la mala consciencia. Nos montamos en la guagua y vimos claro que aquello iba a ser una tortura. Para empezar, ponían karaoke en camboyano para amenizar el viaje (6 horas y media de karaoke), además iba gente sentada hasta en el pasillo en sus banquitos de plástico y para terminar a medio camino, un montón de gente empezó a vomitar (esta vez no tuve nada que ver) y parece que se contagió porque ya no pararon. De aquella situación no nos podría haber salvado ni el buda que llevaba una señora en un pequeño altar portátil. De todas formas la excursión tuvo su gracia: vimos paisajes diferentes a Siam Reap y en una de las paradas estuvimos en un mercadillo en el que vendían tarántulas y saltamontes salteados. Llegamos a la capital y rumbo a Kuala.

Durante nuestra visita a Siam Reap hablamos de si era una de las maravillas del mundo, pues al final resulta que no está en la lista. Sin embargo, yo creo que debería estarla, no he visto las otras, pero esto será difícil de superar.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Lágrimas de coco... de gas

Carambolas del destino: terminé yendo el 1 de mayo a Berlín a vivir la fiesta-manifestación que allí se monta en este día. Nos pillamos una furgo a lo tipo Equipo A (negra y con los cristales tintados y todo) y siete horas después estábamos en Berlín. Yo me quedé en casa de Enrique y Vanessa (gracias a los dos) y en casa de ellos conocí a Szymon (sí es polaco) y a Serafín (no, no es polaco). Siempre he dicho que una de las mejores cosas de esta beca es la gente que conoces y esta vez no fue diferente.

El 1 de mayo nos levantamos y después de visitar una quedada de "scooters" allá que nos fuimos a Kreuzberg. Desde luego que merece la pena visitar Berlín en estas fechas. La calle se llena de gente (de todo tipo que es lo bueno) y hay cociertos, actuaciones, música y comida en la calle. Te detienes igual ante una chica que pincha muy bien como ante unos flipados que parecen la reencarnación de Mcnamara. Allí transcurrió nuestro día, entre bailes, césped y comida. Sin embargo, lo mejor llegó por la noche. Allí plantados bailando música electrónica mientras en la calle de al lado se enfrentaban la poli y los manifestantes. Ves al Dj que para... uy que algo pasa... sigue pinchando... pues no pasó nada. Pero claro, algo tenía que pasar. De pronto, en un momento, todos empezamos a sentir que nos picaba la garganta y la nariz. ¡GAS LACRIMÓGENO! Todo el mundo a correr. No me quiero imaginar lo malo que puede ser eso si el poquito que nos llegó nos molestó tanto. Al rato, pues volvimos a la zona en la que estábamos bailando, pero no por mucho timpo, porque, hasta dos veces, tuvimos que correr, todavía desconozco la razón. Entre carreras terminó nuestro 1 de mayo.





Al día siguiente fuimos a Potsdam, esa ciudad que hasta hace poco he pronunciado mal (siempre decía Postdam). Como siempre: algo en obras, pero no importó. Pudimos visitar los castillos y el centro de la ciudad que era bastante "cuco" que diría alguna amiga de Alfonso. Lo mejor de la visita fue la compañía :P y no es peloteo (bueno, un poco sí). Al regresar de Potsdam y para catar algo de la noche berlinesa nos fuimos a un sitio al borde de un canal que parecía un propio chiringuito de playa. Un sitio muy bueno.



El domingo ya tocaba marcharnos. Antes, sin embargo, visita al mercadillo del Mauerpark (¿pero de verdad alguien compra alguno de eso cachibaches?) y comidita de brunch. Un finde genial. Al final, Berlín no está tal mal.

lunes, 4 de mayo de 2009

Ho Chi Mihn City o Saigón, como se prefiera

El lunes llegamos a Ho Chi Mihn City sólo con el tiempo de coger un taxi, dejar a Silvia en su hotel y llegar a la casa de los becarios (a los que comienzo a agradecer ya). Con ese pequeño paseo en taxi ya pudimos comprobar que HCM no tenía nada que ver con Hanoi. HCM es una capital que no lo es. Edificios grandes, avenidas anchas y mucho más orden que en Hanoi (alquien que haya estado ahí sin haber pasado por Hanoi se reiría de hablar de orden). La cuestión es que llegamos a la casa y Juan Carlos nos recibió y empezó a demostrar lo buen anfitrión que sería durante los siguientes días. Esa noche sólo nos dio tiempo de ir a cenar a un sitio cercano de la casa. Comimos y hablamos mucho, mientras nos reíamos del comportamiento de los camareros que se quedaban a nuestro lado y de la curiosidad (los nuevos nos reíamos, los locales ya estaban acostumbrados) de que intentasen ponerle hielo a la cerveza.

Al día siguiente nos levantamos temprano porque habíamos quedado con Silvia en una de las esquinas del "Palacio de la Reunificación". Al salir de casa compramos para desayunar un surtido de frutas: papaya, piña, sadía y níspero (al menos se llamaba así en Venezuela)...uhmmmmmm. Recogimos a Silvia y nos fuimos al palacio. La verdad es que es un edificio que no tiene demasiado arquitectónicamente hablando, pero sí en su historia ya que es el símbolo de la reunificación vietnamita (la fotografía de un tanque derribando las puertas es famosa). Merece la pena visitar el búnker que hay debajo del edificio, sobre todo porque el precio de la entrada al edificio es ridículo. De ahí nos fuimos al "Museo de la Guerra", museo que hace un recorrido por los interminables años (y atrocidades) de la Guerra de Vietnam. Resulta una visita imprescindible, aunque también puede resultar algo fuerte en algunos momentos. Afortunadamente, yo no me dí cuenta y me salté la parte en la que había tarros que contenían fetos deformes por efecto del Agente Naranja: una suerte. Caminando unos pocos minutos fuimos a para a Dong Khoi, "el centro" de HCM y donde se concentran la mayoría de edificios (que según todas las guías) deben ser visitados. Visitamos la Catedral de Nôtre dame, la oficina central de correos, el Ayuntamiento y el Teatro Municipal (muy bonito, por cierto, fue el que más me gustó). Viendo todos aquellos edificios no resulta difícil creer que en algún momento aquella ciudad estuvo bajo control francés. Llegados a este punto pensamos que debíamos comer algo. Ya estábamos en averiguaciones para ir a algún sitio cuando cayó la madre de todas las lluvias, así que decidimos refugiarnos en una cafetería. Sin embargo, después de salir empezó a llover de nuevo, así que Yaiza y yo nos terminamos comprando unos impermeables muy bonitos (después de regatear mucho). Silvia, que no tenía ganas de agua se fue a su hotel; ya nos encontraríamos más tarde. De ahí fuimos al mercado de la ciudad, que resulta ser mucho más recomendable que el de Hanoi, por variedad y por orden. Yaiza y yo no nos resistimos y terminamos comprando algun "detallito". Desde el mercado fuimos a Pham Ngu Lao, la zona de mochileros a preguntar por las excursiones: Cuchi 7$, Mekong 14$. Nos dimos prisa para llegar a la Pagoda del Emperador de Jade, que estaba un poco lejos, antes de que cerrara, si hay tiempo está bien visitarla. Al terminar, nos fuimos a casa. Juan Carlos nos dijo que quería llevarnos a un restaurante que conocían y la verdad es que acertó. El sitio se llama "Quan Nuong" en Ton That Thiep 31 (obviamente cogí la tarjeta) y es un sitio genial de barbacoa vietnamita. Comimos carne con queso, gambazas, calamares..., todo buenísimo. Después de la cena fuimos a tomar algo en un sitio cercano. Sitio en el que nos encontramos con un vietnamita que había estudiado en Arizona y que gritaba que nos podía conseguir "...la mejor cocaína de Vietnam...", esa lindeza en un país con cadena perpetua y hasta pena de muerte por tráfico. Lo bueno es que nos invitó a tequila. De ahí nos fuimos al "Pacharán" un bar de españoles que lamentablemente estaba vacío (recuerdo que era martes), pero eso no fue impedimento para que nos tomásemos unos cocktails y que alguno de nosotros (fui yo) terminase un poco borracho. ¡A casa a dormir, borrachuzo!








El miércoles nos levantamos muy temprano para visitar los túneles de Cuchi y el templo caoísta. Aquí nos la jugaron un poco, porque habíamos escogido la agencia que tenía el tour que salía más temprano en la creencia de que habría más tiempo para ver cosas: GRAN ERROR. Era más temprano sólo porque eras el primero al que recogían, así que estuvimos esperando 45 minutos a que todo el mundo llegarar para llenar la guagua :(... ¡Qué fracaso! Después de dos horas y media de guagua en las que el guía no paró de hablar (¿de verdad no nos veía la cara de que queríamos dormir?) llegamos al templo caoísta. El caoismo es una religión que resulta de la mezcla de otras (catolicismo, budismo y taoismo) y que tiene (entre otros) a Victor Hugo como santo (¡¿QUÉ!?). La verdad es que el templo es cuando menos curioso, pero también es feísimo. Llegamos a tiempo para ver la misa, en la que nadie habló sino que un coro cantaba sin parar. Ya digo: curioso. De ahí fuimos a los túneles de Cuchi que fueron utilizados por el Vietcom para esconderse de los americanos. Estando en los túneles cayó la madre de la tormenta del día anterior y esta vez no había ningún sitio donde resguardarse. Así que bajo la lluvia seguimos las explicaciones del guía que nos mostraba las trampas que utilizaban y la historia de como vivían. En una parada se podía (pagando extra, por supuesto) disparar alguna de las armas que utilizaban el Vietcom, yo pasé y hasta me dio repelús oír los disparos. Lo mejor de la visita fue pasear por un túnel (falso) que era el doble de grande que los túneles originales. Fue horrible. Había 3 salidas, pues yo terminé saliendo por la primer. Un agobio. Luego piensas que esa gente iba por túneles la mitad de grande y más agobio te entra. La visita es interesante, pero creo que para gente que tenga tan poco tiempo como nosotros teníamos no es recomendable. Esa tarde al llegar a HMC aprovechamos para hacer algunas compras en De Tham junto a Pham Ngu Lao. Había tiendas con cosas muy originales. Yo me compré un bolso hecho con, creo, un saco de comida para cerdos :P. Esa noche volvimos a casa, cenamos y nos despedimos de Juan Carlos porque al día siguiente ya no lo veríamos. ¡Gracias, Juan Carlos!



El jueves nos levantamos aún más temprano que el día anterior, pero esta vez la excursión lo merecía. Fuimos a visitar el delta del río Mekong (Río de los Nueve Dragones) que nace en la meseta tibetana. Después de dos tres horas llegamos a Cai Be y de ahí fuimos a Vinh Long donde cogimos el barco que nos llevaría por el río. Lo primero que vimos fue el mercado flotante en el que cada comerciante pone en su barco un palo muy grande del que cuelga la mercancía que se venda en el barco. De ahí nos dedicamos a recorrer el delta. No es que haya mucho que contar porque sólo navegamos y navegamos, pero el paisaje era tan impresionante que no hacía falta que "pasara" nada. A la hora de comer el barco entró por una estrechez del río para parar en un sitio donde nos recogieron en unas pequeñas barcas (sólo para 4 personas) que llevaban hábilmente unas señoras sólo con el uso de dos remos. Fue genial. Al bajarnos, visitamos unos pequeños puestos donde se hacían dulces y papel de arroz (típica parada para que compres) y luego fuimos a almorzar, con tiempo y todo para descansar en una hamaca. Como digo, no es que hiciésemos nada espectacular, pero desde luego yo diría que es una excursión imprescindible. Volvimos con el tiempo justo a HMC para cenar y dormir para levantarnos temprano a coger el avión a Camboya.








PD: ya dejo la tontería de los sellos en el pasaporte a esta altura ya tenía bastantes :P