lunes, 15 de diciembre de 2008

Firenze

La organización de nuestro viaje a la Toscana presagiaba un absoluto desastre. No nos pusimos de acuero hasta la última semana e incluso entonces tuvimos momentos de no soportarnos los unos a los otros: tanto habíamos hablado del "bendito viaje". Sin embargo, los ángeles sin sexo italianos se unieron para regalarnos un viaje simplemente genial (al menos para mí). He decidido dividir el viaje en varios "posts" para hacerlo más comprensible.

Llegamos a Italia por la tarde noche del viernes y salimos disparados a recoger el coche (la guagua, en realidad: 9 plazas) del servicio de alquiler. Raúl no perdió tiempo porque empezó a tontear con la chica del "rent-a-car", pero bendito sea porque consiguió que no nos cobraran el GPS (¿cómo si no íbamos a hacer ese viaje tan apurado sin perdernos?). Me sabe mal llamarla GPS, porque en realidad bautizamos a nuestra nueva compañera de viaje como Antonella (una antigua conocida del grupo), desde el principio tomó el control y se ponía que si a la derecha, que si a la izquierda, eso sí todo en italiano. Antes de continuar debo disculparme con ella, porque cuando se equivocaba yo le decía hasta del mal que se iba a morir. Si la pobre no tenía la culpa, es todo producto de unos mapas desactualizados.

Bien, me estoy alejando del objetivo: el viaje a la Toscana. Nuestro viaje, propiamente dicho, empezó con parada en Florencia. Yo ya había estado, pero me volvió a cautivar. Tuvimos mucha suerte con el alojamiento en Florencia era bueno, bonito y barato y estaba súper cerca de la "Santa Croce", más céntrico imposible. Demos gracias a la persona que lo reservó (shh, secreto, fui yo).

Como no, nuestra mañana del sábado empezó visitando la "Santa Croce". Una iglesia que es fácil reconocer como importante cuando te enteras de que ahí están enterrados Galileo, Dante y Miguel Ángel entre otros. Lamentablemente, la plaza de la iglesia estaba repleta de mercadillos navideños así que la foto que pudimos sacar es totalmente parcial. Por cierto que el mercadillo pretendía ser internacional y había un puesto que vendía sus "krakauer" y todo y el muy desagradable "Glühwein".


Cuando salimos de la "Santa Croce" fuimos a parar al "Duomo", de iglesia a iglesia y tiro ..., no me sale la rima. Yo soy bastante inmune a los edificios (me parecen todos un poco iguales). Sin embargo, esta iglesia en blanco, verde y rosa es magnífica. Como habíamos desayunado galletitas ("Molino Bianco", por supuesto) y sabíamos que almorzaríamos pasta, pues decidimos hacer ejercicio y subimos los trotocientos millones de escalones que llevan hasta la cúpula. En mi viaje anterior a Florencia no subí y quería hacerlo esta vez. Como casi siempre que se buscan vistas: mereció la pena. Pongo una foto en la que salí muy mal porque mis niños salieron bien, para que vean cuánto los quiero (Lorena no sale porque estaba ocupada ya que esa mañana se nos unió Luisca al grupo).




Después de haber visitado el "Duomo" seguimos nuestro paseo por Florencia. Llegamos hasta un par de calles llenas con puestos de un mercadillo y entre ellas encontramos el mercado central. Sin lugar a dudas los mercados son una de las mejores cosas de cualquier ciudad. Yo quería comerme todos los embutidos y quesos que había: uhmmmm.


Nuestro paseo nos llevó a la "Piazza della Signora" junto al "Palazzo Vecchio" y la "Galleria degli Uffizi". La plaza está llena de reproducciones de estatuas famosas, desde luego es mi lugar preferido de Florencia. Llamo la atención sobre la siguiente foto: yo estaba hablando por teléfono y Luisca caminando, ¿cómo es posible que yo me vea movido y él nítido?, ¿acaso tengo algún tipo de vibración a nivel celular?


A las niñas les dio por hacer el chorra primero en la plaza y luego en el "Ponte Vecchio". No se pierdan la cara de Vicky y en su mano... ¿Qué estaba pasando en esa foto?, yo desde luego, en mi línea, no me enteré de nada.



Antes de ir Florencia dije una y otra vez que lo principal que quería hacer en esta nueva visita era subir a la colina que está frente a la ciudad para ver las vistas. En mi viaje anterior, una vez que volví a Tenerife, alguien me preguntó si había subido ya que era de lo mejor de Florencia: se me quedó cara de tonto. Pues error solventado. Subimos y como ya dije: las vistas siempre merecen la pena. Además, pudimos visitar una iglesia que creo que fue la que más me gustó de todo el viaje, se trata de "San Miniato" (al menos eso me parece recordar), desde luego una visita muy recomendada.


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